La patria verdadera

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Varias veces he dicho con convencimiento y esperanza que cuando Estados Unidos levantara el embargo a Cuba, me iría a vivir allá. Si aguardaba por ese acontecimiento que muchos esperamos, era porque podría recibir en un banco cubano el dinero de mi retiro y mi pensión para poder mantenerme sin ayuda monetaria de nadie. El dinero me daba, pensaba ilusionada, para vivir bien en mi patria los años finales de mi vida.

Aclaro, vivir bien en Cuba significa no pasar hambre, poder comer y de vez en cuando ir a buenos paladares que te ofrezcan “las delicias del mar”, como dijo Fidel hace poco refiriéndose a los placeres que los turistas disfrutan. Vivir bien en Cuba significa no carecer de agua de manantial o purificada embotellada para no enfermarse con los parásitos que produce el agua nacional que corre podrida por las tuberías, llevando en ellas parásitos tales como giardias, unas babosas que se pegan a las paredes del intestino e impiden la absorción de los alimentos; lombrices (áscaris lumbricoide), entamoeba histolytica (que produce quistes internos); toxoplasma gondii (que tiene una alta prevalencia en la población general), fasciola hepática, llamada también “duela del hígado”, ya se podrán imaginar, etc. (Revista Cubana de Alimentación y Nutrición, Volumen 23. Número 1 (Enero – Junio del 2013):130-138.

Hubiese querido también alquilar un apartamento o un amplio y hermoso cuarto en una casa de huéspedes –me viene a la mente La montaña mágica de Thomas Mann, no sé por qué– en un buen barrio de La Habana; integrarme a la Iglesia y a una comunidad en alguna parroquia, incorporarme a alguna obra pastoral; visitar a la poca familia que me queda allá; caminar por las calles, tomar el fresco del Malecón, ir a teatros y cines, actos culturales, viajar por la isla y conocerla toda, ¡mi sueño tan maravilloso y ahora asequible! Por fin vivir, experimentar máximamente el presente, respirar, morir en mi país natal.

No estaba en mis planes formar parte de ningún grupo opositor, he vivido 54 años en Estados Unidos, 30 de ellos escribiendo desde mi posición de izquierda democrática, en Miami. Por tanto estoy acostumbrada a la oposición política en un lugar hostil, porque aunque no te arrastren por la calle y te entren a golpes, como en Cuba, aquí te trituran y hacen de tu persona, a través de la calumnia constante de diferentes patrioteros de la industria anticastrista, una no persona, persona non grata, estoy acostumbrada. Pero eso no importa ya. Soy lo que aquí llaman liberal, soy demócrata, y estamos de fiesta por el triunfo de Hillary Clinton en Nueva York. Le pido a Dios que logre la presidencia, y que el nuevo Congreso sea de mayoría demócrata, porque esta, mi segunda patria, necesita un cambio radical en el que ya está encausado gracias a la labor de Barack Obama, frenado hasta la asfixia por el obstruccionismo bovino de los republicanos. Pero falta mucho por hacer para mejorar la justicia social, desmantelar lo que Hillary bien llama el “racismo sistémico” y la verdadera prosperidad a un pueblo cada vez más aplastado por el 1 por ciento de la población multibillonaria hedonista a la que, según estudios bien fundamentados, ya no le interesa “crear empleos”. Sin detenerme a argumentar y aplaudir una política exterior que siga el curso ya emprendido: diplomacia, diálogo, negociaciones, no apretar más los puños cerrados y soltar bombas. Basta de guerras. Ya Bush y Cheney casi destruyeron a Irak, a Estados Unidos y al mundo dando paso al yihadismo, con el cual no se puede intentar diplomacia alguna. Hay que acabar con la hidra islamista.

Como decía, la inmensa mayoría de mis artículos en este periódico, y en mi primera etapa de esta profesión, documentales para la televisión, ha sido sobre el tema cubano, siempre promoviendo la democracia, la justicia, los derechos humanos, la paz. He logrado solo cumplir con mi conciencia. Ahora estoy, al fin, retirada. Pero sigo la lucha por la libertad.

Al ver el pánico de la cúpula gobernante cubana ante el excepcional y honesto discurso de Obama –que se está repartiendo por las calles a todo el pueblo en CD– a la nación, y las conclusiones del VII Congreso del PCC, me pregunto ¿qué va a pasar? ¿Tendré de nuevo que resignarme a esperar? ¿Me dejarán entrar a mi país? ¿Moriré aquí, me enterrarán aquí? Pero, ¿es que no me acabo de dar cuenta? Todo me indica que Dios no me quiere en Cuba, sino con él, en la Patria verdadera.

Prayer

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Above all, trust in the slow work of God.
We are quite naturally impatient in everything
to reach the end without delay.
We should like to skip the intermediate stages.
We are impatient of being on the way to something 
unknown, something new.
And yet it is the law of all progress 
that it is made by passing through 
some stages of instability
—
and that it may take a very long time.

And so I think it is with you;
your ideas mature gradually—let them grow,
let them shape themselves, without undue haste.
Don’t try to force them on,
as though you could be today what time
(that is to say, grace and circumstances acting on your own good will)
will make of you tomorrow.
Only God could say what this new spirit gradually forming within you will be.

Give our Lord the benefit of believing that his hand is leading you,
and accept the anxiety of feeling yourself in suspense and incomplete.

—Pierre Teilhard de Chardin, S.J.

 

 

 

 

Sin democratización, no hay garantías de independencia

Aquí están los aportes a los que se refiere Pedro Campos en su carta enviada a Raul Castro el 5 de abril, la puede leer en la próxima entrada. Campos y un grupo de ciudadanos cubanos abogan por un socialismo democrático. Para poder cambiar el sistema imperante, Campos plantea en este documento los cambios que habrían que considerarse y plantear en el próximo Congreso del Partido Comunista de Cuba, que sería del 12 al 18 de abril. Es por eso que pide que se posponga.

Cuba Communist Party
Por Pedro Campos

Políticos, analistas y académicos, de socialistas a liberales, han abordado la importancia de la democratización política y económica de la sociedad cubana, como base para el deseado despegue hacia el desarrollo y modernización de la nación.

Para un sector de la izquierda democráticas y para no pocos nacionalistas, esa democratización sería además, una garantía estratégica para la independencia de Cuba en todo sentido.

A falta de subsidios, el actual modelo político/económico estado-céntrico, solo puede garantizar su supervivencia con un aumento significativo de la inversión de capital extranjero para el desarrollo mixto de las mega-empresas estatales o para inversiones directas que interesan a los planes dispuestos en su “cartera de negocios”.

En la creencia de que el capital foráneo va a salvar la empresa estatal, la política económica oficial prioriza su alianza con el capital extranjero, mientras se opone al amplio y libre desarrollo de las formas “no estatales” independientes, sean asociadas o privadas, porque las considera “enemigas del capital del estado”, para no hablar del “lobo feroz”: la autogestión bajo control de los trabajadores.

En estas circunstancias, una democratización de la economía que ponga el grueso de la misma en manos del pueblo, de los trabajadores en las empresas estatales en autogestión y de las empresas asociadas o privadas, medianas y pequeñas, es lo que podría amortiguar el impacto absorbente en el conjunto de la economía cubana, de las previsibles inversiones de EEUU, una vez levantado completamente el bloqueo-embargo.

Bruno Rodriguez dijo a Cubadebate según EFE que: “la autorización a las empresas de telecomunicaciones norteamericanas de operar en la isla y el apoyo financiero al sector no estatal cubano por parte de la administración de Obama, solo buscan construir una oposición al Gobierno de Raúl Castro”.

Transparente: internet y el desarrollo del sector no estatal es visto como “opuesto al gobierno de Raúl Castro”. A la burocracia realmente le da lo mismo que el apoyo para esas actividades venga de EEUU o de la Luna: siempre ha interferido su libre desarrollo en Cuba y donde quiera que se ha intentado el “socialismo de estado”.

Y no podría ser de otra forma para la “nueva clase” generada por el estatalismo que trata de preservar su control-poder, lo cual explica las limitaciones impuestas a internet, al cuentapropismo y al cooperativismo, a pesar de su aprobación por el propio VI Congreso del PCC, para ni mencionar la autogestión desaparecida del vocabulario del PCC.

En verdad el desarrollo independiente de las pequeñas y medianas empresas de capital privado y asociado (cooperativo, mutual o por acciones), a corto y mediano plazos desplazaría a las ineficientes y anti-obreras empresas estatales, como ya viene ocurriendo, si no pasan rápidamente a régimen de autogestión o cogestión, donde los trabajadores dejen de ser simples asalariados mal pagados para convertirse en dueños efectivos de las empresas al participar directamente de la propiedad, la gestión y las ganancias, o pasan al control total o parcial de empresas capitalistas nacionales o extranjeras.

En la variante 1, el actual salvaje capitalismo monopolista de estado, que explota hasta el empobrecimiento a sus obreros, se vería así obligado a traspasar el poder real, el económico, a los trabajadores, a lo cual siempre se ha negado porque ello implicaría la disminución y/o desaparición del poder de la burocracia y el actual control que ejerce sobre todos los dividendos generados por las empresas estatales, por lo que ha preferido la variante 2, una alianza con el capital internacional para poder seguir subsistiendo, ahora compartiendo la explotación de sus asalariados con el capital extranjero.

Pero la segunda variante implica entregar buena parte de la economía del país al capital foráneo y eventualmente al gran capital norteamericano.

De “enemigo principal”, el gran capital de EEUU pasaría a ser “aliado principal” en la explotación conjunta de los trabajadores cubanos y a socio económico fundamental, camino a una dependencia económica: una especie de anexión virtual a EEUU, cuando no haya bloqueo y viajar a Miami, cueste un poquito más que ir de La Habana a Varadero.

En este contexto, donde el país se abre a la inversión extranjera directa y en combinación con el estado, los “comunistas” que siguen creyendo que el socialismo descansa en la empresa estatal asalariada, sin participación de los trabajadores en la propiedad, la gestión y la ganancia, donde los obreros siguen siendo tornillos por los que ni si quiera se paga su costo, le están haciendo el juego al anexionismo virtual.

La culpa no será de EEUU, sino de la política económica oficial contra el trabajo libre.

Nada, que si no se democratizan-socializan la economía y la política, no habrá garantías para la independencia futura de Cuba.

 

 

 

Intercambio generacional

 

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Al leer hace días un tuit de Rosa María Payá, creadora del proyecto Cuba Decide (cubadecide.org),  que decía “Rumbo a Cuba” y comprobar que se había ido para La Habana para entregar ella misma en el Parlamento cubano miles de firmas recogidas en apoyo al Proyecto Varela, que solicita un plebiscito, le escribí. En la foto que vi aparecen ella delante, un muchacho detrás con una caja que dice Proyecto Varela, ambos frente al Parlamento, me trajo a la mente de inmediato a su padre, Oswaldo Payá, haciendo lo mismo en aquella memorable foto en la que se ven a él, a Regis Iglesias y a Tony Díaz, haciendo entrega –en dos ocasiones distintas– de más de 25,000 firmas de ciudadanos cubanos en apoyo al Proyecto Varela.

Esto fue lo que le escribí:

Recibe mi agradecimiento por tu obra, verdaderamente grande a favor de la libertad de Cuba. Conocí a tu padre, a quien admiré mucho y defendí siempre en estas páginas. Algo cotidiano y triste que se dio por muchos años en el exilio, fue que lo acusaran sin clemencia de ser un agente castrista. Una de las últimas veces que vino a Miami, me dijo que solo me daría una entrevista a mí, a nadie más. Bien sabía él del peligro, allá y aquí. Al final de la década del 90 y primera década del siglo XXI lo rechazaban y condenaban, porque “el Proyecto Varela aceptaba y se basaba en la Constitución cubana”. Así de torpe o ciego era gran parte del “exilio histórico”, intolerante y cruel. Había que vivir aquellos años para saber lo que era disentir de las ondas radiales terroristas verbales de Miami. A quienes nunca, por supuesto, les tuve miedo.

Una bella imagen que quedó para la historia generacional cubana, es una foto reciente en la Torre de la Libertad de Yoani Sánchez inclinándose para abrazar a Húber Matos que estaba sentado con los brazos abiertos para acogerla también. Dos distantes generaciones que vivieron el horror, pero un mismo amor a Cuba y una ética existencial donde no cabía el odio.

Bien, pues tu padre y yo nos encontramos en la Ermita de la Caridad, y allí lo entrevisté, estaba muy ilusionado con la próxima visita del papa Juan Pablo II.

Te escribo, Rosa María, porque leí que te ibas “Rumbo a Cuba” y en efecto, fuiste. ¿Estás considerando la idea de regresar a Cuba definitivamente para seguir la lucha de tu padre? ¿Cuáles son tus planes al respecto? ¿Ir y venir de acuerdo a si te lo permiten para seguir en el bello empeño de Cuba Decide, o quedarte allá repatriada?

Rosa María Payá me responde:

Yo vivo en Cuba legalmente. No tengo que repatriarme, porque nunca perdí mi residencia ni mi ciudadanía.

Como una persona libre que soy no tengo que entrar ni salir definitivamente de ningún lugar, la salida definitiva es un término del régimen pero no es lo natural y es además una violación de los derechos de todos los cubanos.

Yo soy cubana y nunca voy a dejar de vivir en mi país por mi voluntad propia, aunque el régimen me prohíba la entrada o la salida como lo ha hecho otras veces. Seguiré intentando vivir como una persona libre y la ciudad en la que duerma cada noche no me hace más ni menos apta para ser un actor de cambio en Cuba.

Le respondo:

Gracias por tu respuesta, hermosa y valiente. Está de tu parte que has salido en esta época. Yo, que salí en el 62, tuve que confrontar otra realidad: la salida era definitiva, se nos sellaba el pasaporte, nunca más podríamos volver. De ahí el sufrimiento atroz de saberse desterrado para siempre. Pero la esperanza, como sabes, es terca. Y regresé en 1979, cuando los viajes de la Comunidad, e intenté regresar en el 98, cuando la visita de Juan Pablo II, pero me negaron la entrada –la Seguridad del Estado vigila bien lo que escriben los periodistas cubanos fuera de Cuba– y después pedí la repatriación entre 1999 y 2000, me la negaron también.

Admiro tu pensamiento y todo lo que has hecho y haces. Que Dios te acompañe y guíe siempre. Tu padre, que está con Dios, es feliz, heredaste todo lo que lo distinguió, y desde la eternidad con Cristo en el Padre, te protege y te inspira. Saludos a tu mamá, otra cubana valiente, cristiana de lo mejor de nuestra dolorida estirpe.

Aprovecha al máximo ir y volver, ir y volver, por nuestra nación. Ya de por sí es un privilegio que fue terminantemente prohibido a nosotros, el exilio de los 60. No conoces lo que es el destierro, qué bueno.

Es la hora de tu generación. Ánimo, adelante.

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Oswaldo Payá al frente, Tony Díaz y Regis Iglesias con las cajas que contienen miles de firmas de ciudadanos cubanos apoyando el Proyecto Varela, que le pide al que lleva a cabo un plebiscito.