Entré en la oficina del oncólogo en calma y preparada para escuchar el diagnóstico. Pero mi abdomen no acompañó en mi paz. Después de estar sentada en la sala llena de pacientes de cáncer, en minutos tuve que ir al baño apurada porque me atacó una necesidad incontenible. Cuando por fin salí del baño, me encuentro con la asistenta del médico que me buscaba para pincharme el dedo y tomar otra muestra de sangre. Necesitaba muy poca, y esa poca cayó por un tubito que ella se llevó.
¿Hasta cuándo? ¿Por qué tantas placas, MRIs, CT Scans, tubos de sangre en varias ocasiones pidiendo investigar diferentes cosas, y la tarde anterior, me habían introducido por la uretra un instrumento que tenía una cámara en la punta para observar mi vejiga, lo que se proyectaba en una pantalla que el urólogo miraba.
Yo sé que la sospecha del mal era una realidad para varios médicos. Había coincidido una fuerte infección en la orina, durante la cual salió sangre varias veces, con un MRI de la espalda, en la que sufro fuertes dolores, que mostraba algo raro, que podría ser peligroso en mi médula ósea. Que es de donde nace la sangre. Aun después de terminar los antibióticos y había terminado la infección, seguía saliendo sangre en mi orina, yo no la veía ya, pero mi doctora primaria y el urólogo, que me hicieron pruebas, confirmaron que microscópicamente había sangre.
Fueron dos semanas agobiantes de citas y visitas a médicos y a laboratorios, centros de tomas de imágenes y rayos X, que culminaban ese día. El martes 21 de abril era mi última cita con un médico, el oncólogo.
Al fin terminó la espera, me llamaron y entré. Llegó el médico, me saludó y se sentó a leer el montón de resultados que habían en papeles y en su computadora, los miraba mientras conversaba conmigo de cosas triviales. Yo lo miraba a él fijamente.
Y como el que había dado por sentado algo previamente, me dijo muy casualmente encogiéndose de hombros: “Aquí yo no veo nada, tu no tienes nada”.
“Doctor, ¿usted quiere decir que no tengo cáncer?”, le pregunté.
“No tienes cáncer, todo está bien”. Y sonriéndose me dijo “Yo lo huelo. Yo huelo de lejos cuando alguien tiene cáncer”. Por supuesto hablaba figurativamente, por la experiencia que tenía en el tratamiento de esa enfermedad y a las muchas personas que conocía con ella.
Nos dimos la mano y me fui sintiéndome liberada de un gran peso. Pude ver a la salida la sala todavía llena de jóvenes y hombres y mujeres de toda edad, la mayoría adultos, pero pocos ancianos. El cáncer es una plaga. Sabemos que lo causa la contaminación ambiental, fumar, los alimentos procesados y transgénicos, entre otras cosas, pero estas son las principales. Puede ser el exceso de estrés, que considero un padecimiento crónico que la gente sigue ignorando hasta que no aguanta más y cae. Yo he caído por el precipicio del estrés.
Le doy gracias a Dios que estoy bien, y cumpliré mi compromiso –aunque siempre lo hago desde hace tiempo– de darle gracias por un nuevo día. Sé que a partir del diagnóstico del martes, está siendo diferente. Nada lo puede describir mejor que estas palabras de la Carta a los Efesios. Les ruego que la lean detenidamente, tratando de entender lo que ahí se nos dice. Va dirigida a ustedes:
“Por eso doblo mis rodillas delante del Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra. Que él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu, conforme a la riqueza de su gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior. Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el amor. Así podrán comprender, con todos los creyentes, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para que sean colmados por la plenitud de Dios”. (Efesios 3,14-19)
Después de este triste paréntesis de salud, sigo con mis planes, ahora más convencida que nunca, de volver a Cuba. Y será, si Dios quiere, en septiembre. Quiero estar con Francisco en la tierra en la que nací. Quiero ir a la Plaza Cívica de La Habana a celebrar misa con el Papa latinoamericano y mis hermanos.
Magnifica noticia. Espero que disfrutes plenamente con Francisco en la celebracion eucaristica en La Habana. Por favor, lleva todas las intenciones de los que nos estarenmos fisicamente alli, pero que estaremos espiritualmente.
Felix
No fui, Feelix. Lamentablemente.