Lecturas para meditar

Dios y los ángeles visitan a Abrahám.  Arent de Gelder. Museo Boijmans Van Beuningen, Rotterdam.
Dios y los ángeles visitan a Abrahám.
Arent de Gelder. Museo Boijmans Van Beuningen, Rotterdam.
Las he leído muchas veces, pero hoy estas lecturas bíblicas han tenido un efecto mayor en mí. Suele suceder que inesperadamente comprobamos que el Señor nos quiere hablar directamente a cada uno de nosotros, implicado en nuestras circunstancias, en nuestro «hoy» para indicarnos algo, para abrir nuestros ojos ante lo que no podemos ver sin su ayuda.. La Palabra, como dice las Sagradas Escrituras, es viva y eficaz, no muere jamás, vive en la vida de cada uno que la lee con fe. Es mi caso en este día. Después de leer, por ejemplo, los versículos 3 al 9 del capítulo 17 de Génesis, la primera lectura de la Iglesia hoy, jueves previo a la Semana Santa, volví sobre la lectura, pero esta vez mis ojos fueron un poco hacia arriba, el versículo 1, donde comienza el capítulo, y dice esto:»Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: «Yo soy el Dios Todopoderoso. Camina en mi presencia y sé irreprochable.Yo haré una alianza contigo, y te daré una descendencia muy numerosa».Pensé de inmediato, 99 años y Dios le dice a Abram que lo hará «extraordinariamente fecundo», en otras versión, la de la Biblia Latinoamericana que me gusta más dice «Yo te haré fecundo sin medida». Para Dios no hay tiempo ni edad, la productividad, la fertilidad –entiéndase ésta en el más amplio sentido de la palabra– se pueden ofrendar después de muy pasada la juventud. Dios elige y sus designios son muy misteriosos.

Lo que me trae a al memoria el primer llamado de Dios a Abrám para que saliera de su tierra, dejara todo atrás y emprendiera un nuevo camino, tenía entonces Abrám 78 años. Sin duda un hombre cansado de trabajar, con una mujer anciana también que no le había dado hijos, Sara. Ya más que listos para el retiro y disfrutar algo de la vejez que tenían después de una ardua vida de trabajo, incertidumbres propias del vivir y en su caso, la tristeza de saberse sin descendencia. Pero llega el Señor de las sorpresas:

«El Señor dijo a Abram: «Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré.
Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra».Abram partió, como el Señor se lo había ordenado, y Lot se fue con él. Cuando salió de Jarán, Abram tenía setenta y cinco años».

Ahora los dejo con estas lecturas, las propias de hoy, a ver si sus apalabras les dicen algo a ustedes, incluyendo, o sobre todo, el evangelio de Juan, que nos da para meditar todo un día, rezando con él al leerlo, adentrándonos en su sentido y qué nos podrá estar diciendo Jesús a nosotros.
Jueves de la quinta semana de Cuaresma

Libro de Génesis 17,3-9. 
Abrám cayó con el rostro en tierra, mientras Dios le seguía diciendo:
«Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones.
Y ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de naciones.
Te haré extraordinariamente fecundo: de ti suscitaré naciones, y de ti nacerán reyes.
Estableceré mi alianza contigo y con tu descendencia a través de las generaciones. Mi alianza será una alianza eterna, y así yo seré tu Dios y el de tus descendientes.
Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tus descendientes, toda la tierra de Canaán, esa tierra donde ahora resides como extranjero, y yo seré su Dios».
Después, Dios dijo a Abraham: «Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y también tus descendientes, a lo largo de las generaciones.»

Salmo 105(104),4-5.6-7.8-9. 
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro;
recuerden las maravillas que él obró,
sus portentos y los juicios de su boca!

Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.

El se acuerda eternamente de su alianza,
de la palabra que dio por mil generaciones,
del pacto que selló con Abraham,
del juramento que hizo a Isaac.

Evangelio según San Juan 8,51-59. 
Jesús dijo a los judíos:
«Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás».
Los judíos le dijeron: «Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices: ‘El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás’.
¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?».
Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman ‘nuestro Dios’,
y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: ‘No lo conozco’, sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra.
Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría».
Los judíos le dijeron: «Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?».
Jesús respondió: «Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy».
Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo.

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